El conjunto palaciego de Ajuria Enea conserva, de manera bastante fiel, el esquema funcional, y sobre todo formal, de sus orígenes como casa noble de principios de siglo XX. La parcela tiene una planta básicamente rectangular, de eje mayor norte sur, situándose la casa principal a norte, y un gran jardín, salpicado de construcciones auxiliares, a sur. La zona de actuación se ubica en el centro del jardín, justo donde el solar sufre un pequeño estrechamiento. La abundancia y gran porte de casi todos los árboles existentes forman la esencia del lugar concreto, quedando el palacio alejado de la vista directa, y minimizando el impacto de los pequeños edificios de usos secundarios.
El concurso plantea la proyección de un edificio, en el centro del gran jardín, justo en la zona de conexión entre dos zonas diferenciadas del solar, debido a su forma en planta. Un edificio que se sumaría al resto de pequeñas construcciones auxiliares que, si bien quedan camufladas por la espectacular naturaleza domesticada, ensucian la imagen global. Asimismo, la escala del edificio requerido, basada en sus exigencias funcionales, supone una gran ocupación en planta, y por tanto mayor impacto en el conjunto. Pese a recursos constructivos ligeros o transparentes, el jardín se vería dividido en dos partes, ocupado su centro por otro elemento incapaz de competir en belleza con la naturaleza que lo rodea.
Ante estas circunstancias, planteamos menos arquitectura y más paisaje.Introducir en el jardín no otro edificio, sino una pieza ligada a su propio carácter, que lo complemente, y que sea capaz de albergar el uso planteado. De todos los elementos clásicos del jardín de principios de siglo XX, el único ausente en éste es el estanque. Proponemos construir un estanque, que en su superficie refleje el bosque que lo rodea, y bajo el cual se desarrolle, de manera semienterrada, la actividad prevista.
La forma en planta redonda evita generar esquinas en una zona de recorridos más orgánicos, ligados al bosque, además de dar carácter referencial a este nuevo elemento del jardín, en un punto bisagra del solar.
Logra integrar además formalmente la construcción de aseos y oficio existente que es necesario mantener. Su posición, ligeramente elevada sobre la rasante del terreno, hace que el interior bajo el mismo sea prácticamente un exterior, con vistas al bosque que lo rodea, y que su volumen no interfiera en la visual completa del solar, dando continuidad al mismo.
No se retira ningún árbol existente de gran porte. Los pequeños árboles se reubicarán en el propio jardín. Se reforma ligeramente la urbanización del jardín en su encuentro con el área de influencia, de cara a clarificar y mejorar el acceso.
Una solución singular, que sin duda otorga carácter representativo a un lugar destinado a serlo, pero de manera sutil, respetando y dando protagonismo a la arquitectura vegetal existente y al propio conjunto palaciego.